Tus manos son pequeñas, quiero decir, que no son muy grandes. Tus dedos, finos y delicados junto con tus uñas, siempre perfectas, hacen una combinación que es el mismo cielo. Me gusta perderme por cada uno de los surcos que hay en ellas... y besarlas y admirarlas como si fueran mías.
Es en esos momentos cuando se que Dios existe, porque una perfección así solo puede ser obra suya.
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